Beatriz Pizarro de Zulliger

 Data de publicació: 11/01/00

La educación del "homo Internetus"



"La perfección en los medios y la confusión en las metas caracterizan nuestra era". Albert Einstein


Mientras se apagan los últimos destellos de las luces artificiales que encendieron el cielo del mundo para el cambio de año (los matemáticos y astrónomos insisten en que el siglo y el milenio comenzarán el 1 de enero de 2001) y las consciencias del planeta empiezan a percatarse de que la tan anhelada meta es ya una realidad --¡¡¡¡¡llegamos al 2000!!!!--, comienzan a elevar sus voces los analistas de los fenómenos que impactan en esta humanidad.

Es la primera vez en la historia del hombre que sucede este hecho antropológico de consecuencias impensadas: desde que abandonamos la caverna, o nos bajamos de las ramas de los bananos (según Sir Charles), el conocimiento que permitía la subsistencia de la especie, las tradiciones que se transformaban en conocimiento ancestral, permanecían como tesoro tribal depositado en las manos de los ancianos. Los mayores eran los encargados de ir iniciando a las generaciones nuevas para enfrentar su lucha por la supervivencia: desde las lecciones de caza y pesca, pasando por los secretos del cultivo, hasta no hace mucho tiempo, para aconsejar al joven una carrera que, a lo largo de su vida le permitiría, el sólo título enmarcado, mantener un status social del cual con poco esfuerzo, se podía sustentar una familia, el orgullo de los viejitos de "m'hijo el dotor".

Sin embargo hoy se presenta un fenómeno inédito en la historia del hombre: son los jóvenes los que poseen en la punta de sus dedos la clave del futuro: el ser digital es hoy el pasaporte imprescindible para el milenio que despierta. Y los adultos una y otra vez debemos mirar de reojo (para no pulverizar nuestra autoestima) cómo nuestro hijo arregla el lío que se nos armó en la pantalla, o nos hacemos los distraídos y le pedimos: ¿podrías programar la video, que no tengo tiempo?

Hoy los adultos somos pupilos de nuestros hijos. El grave problema está en que estos jóvenes maestros tienen otra estructura mental muy diferente a la nuestra, y muchas veces no logran comprender nuestros bloqueos frente a la tecnología en la que ellos se mueven como peces en el agua.

Sucede que la mente funciona sobre la base de patrones (si yo siguiera escribiendo esta nota en afrikan, probablemente pocos me comprenderían ya que no es nuestro idioma) El lenguaje es un patrón. Piaget habla de esquemas. Así, cuando aprendemos algo nuevo lo asimilamos a un patrón de pensamiento que ya poseemos, si no existe tal patrón esa realidad nos permanece oscura e incomprensible. Estos patrones mentales son nuestros paradigmas. Cuando ocurre un cambio de paradigmas como el que hoy embarca a la humanidad, debemos modificar nuestros patrones cognitivos para poder asimilar los nuevos conocimientos. Y nuestros jóvenes han nacido y desarrollado sus potencias cognitivas en este nuevo paradigma que nace de la mano de las nuevas tecnologías.

Afirma Jordi Adell que "tal vez uno de los fenómenos más espectaculares asociados a este conjunto de transformaciones sea la introducción generalizada de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en todos los ámbitos de nuestras vidas. Están cambiando nuestra manera de hacer las cosas: de trabajar, de divertirnos, de relacionarnos y de aprender. De modo sutil también están cambiando nuestra forma de pensar."

Las tecnologías ya asentadas a lo largo del tiempo, las que utilizamos habitualmente o desde la infancia, están tan perfectamente integradas en nuestras vidas, como una segunda naturaleza, que se han vuelto invisibles. Las utilizamos hasta tal punto que no somos conscientes de cómo han contribuido a cambiar las cosas. Sólo percibimos la tecnología cuando falla o temporalmente desaparece: una huelga de transporte público sume a toda una ciudad en el caos; un corte de suministro eléctrico lo trastoca todo: no podemos pensar siquiera qué hacían nuestros abuelos sin luz desde el crepúsculo. Sin ir más lejos, pensemos por un minuto en la crisis que produjo el hecho de que los equipos obsoletos no reconocieran el doble cero del 2000. ¿Cuánta tinta se desplegó en el mundo proclamando el Y2K, cuántos millones para prevenir la catástrofe?

Sin embargo, la materialización de algunas de las posibilidades que se vislumbran en las nuevas tecnologías dependerán más de decisiones políticas y de compromisos institucionales que de avances tecnológicos o de la disponibilidad de medios. No es una cuestión de computadoras más o menos sofisticadas, el problema está en qué hacer con ellas.


La vida hiperenlazada

Las instituciones educativas tienen una historia muy larga y un conjunto muy asentado de prácticas. A lo largo de siglos se ha consolidado una serie de formas de hacer las cosas que son difíciles de cambiar a corto plazo. En terminología física, diríamos que la masa inercial de las instituciones es enorme y que se requiere una gran cantidad de energía para hacerla cambiar de dirección o acelerar su marcha. El paso de la cultura generada en torno al libro impreso a la cultura del mensaje electrónico implica cambios profundos en las competencias de las personas para acceder a los modos de organización, estructuración y consulta del contenido.

A la lógica del autor fijada sobre el papel de una vez para siempre, le suceden innumerables fragmentos manipulables indefinidamente, relacionables de múltiples maneras, interpretables en función de la capacidad del lector para descodificar e integrar los diversos lenguajes en que aparece cifrado el contenido posible. Estamos en la era del hipertexto, como decía Borges: un jardín de senderos que se bifurcan infinitamente. El contenido adquiere dimensión espacial.

Nace el "homo internetus", dice Sophie Boukhari, el mutante del ciberespacio, el navegante de los mares virtuales. Su vida, a la luz de estos nuevos conceptos, no se estructurará en etapas vitales sucesivas y bien definidas: infancia, estudios, trabajo, jubilación. De alguna manera increíblemente metafórica, su vida también se transmuta como el texto en hipertexto: cada acontecimiento en el transcurrir vital adquiere dimensionalidad espacial, se puede elegir infinidad de opciones. El aprendizaje deberá ser permanente, no una etapa de la vida sino una forma natural de hiperenlazar los acontecimientos de su existencia. El único camino para la nueva supervivencia.

Necesariamente cambiará su entorno de trabajo y surgirán nuevas reglas. Triunfarán los profesionales versátiles, con mentes flexibles, adaptables, con excelentes conocimientos de informática, centrados en los procesos y no en los contenidos, con capacidad para ocuparse de varios proyectos al mismo tiempo y de trabajar conectado, en equipo con gente que, probablemente no esté siquiera en su hemisferio geográfico. Deberá tener muy claro que lo único permanente es el cambio. Y que lo único imperecedero es el mismo hombre. Como afirma genialmente Michel Ickx : "será más importante el saber ser, que el saber hacer."


Aulas en la Red

El mundo entero se pregunta ahora acerca de la preparación de las nuevas generaciones. Cuál es la respuesta de la educación ante esta realidad. Ya no es el futuro. Es el PRESENTE.

Hoy, las instituciones educativas, a la zaga del proceso de creación del conocimiento, se cuestionan qué y cómo enseñar, mientras que el mundo busca la fórmula que permita aprender a aprender, estimular las capacidades cognitivas y emocionales de la persona con la intención de no quedar al margen del proceso de evolución científica, tecnológica y cultural. Los medios tradicionales - la palabra, el texto escrito y la dupla tiza-pizarrón - ya no alcanzan.

De allí que la demanda que hoy la sociedad le hace a la educación es un grito desesperado de transformación profunda: ya no basta con cambiar planes de estudio, ya no basta con mudar lo aparente, ya no sirve quedarse con las discusiones estériles de los nuevos sofistas. Hoy la educación debe acompañar a la humanidad para permitirle asimilar este cambio de paradigmas que enfrenta, que es ineludible, que es impostergable. Debemos abrir las paredes de las aulas y dejar entrar la luz del nuevo conocimiento, debemos conectar los espíritus infantiles con la solidaridad de los nuevos, siempre eternos, valores. Debemos permitir a nuestros alumnos comprender la existencia de una humanidad distante una antípoda, con una cultura totalmente diferente, con realidades increíblemente diversas, pero con la infinita posibilidad de hacer amigos por todos los confines de la tierra.


Conocimientos sin frontera

Otro de los nuevos problemas que nos plantea esta sociedad del conocimiento es precisamente la superabundancia documental. Un relevamiento encargado a la consultora Satchi, contabilizaba hasta enero de 1998 algo mas de 5.400.000 de servidores aplicados a la educación. Si estimamos que cada uno de ellos alberga la exigua cantidad de 10 documentos, nos da un total de 54.000.000 de documentos relacionados con esta área sin considerar sus vínculos a otros sitios. ¿Que sentido tiene esa riqueza si está inaccesible para nosotros? ¿No adquiere frente a esta realidad una nueva dimensión el fracaso escolar? ¿Se puede medir ya el éxito escolar con la apropiación de contenidos que van desde la página 13 a la 17, de un viejo manual de escuela?

Surge necesaria la gestión del conocimiento como un proceso que permitirá acceder a la documentación, jerarquizarla, evaluarla, volverla utilizable y disponible reproducirla, recrearla, interpretarla. Mediante la aplicación de un conjunto de tecnologías de búsqueda, estrategias y clasificación, podemos disponer de un conocimiento que por las vías convencionales se transformaría en algo decididamente irrealizable.

Pero la información que podamos hallar no es conocimiento, el conocimiento implica la transformación de dicha información a través de los procesos cognitivos del hombre. Y el conocimiento tampoco es sabiduría: así como la civilización no es cultura, ya que la cultura implica cultivo interior, espiritual, y la civilización la constituyen las normas, los modales, las costumbres. Nunca el hombre se civilizó más fácilmente que en esta época, pero tampoco nunca se cultivó con mayor dificultad. Vivimos y compartimos la vida de una manera "light", dice el Dr. Rojas, sin profundidad, sin una espiritualidad vivificante que otorgue un significado trascendente a la pura biología. El conocimiento no es sabiduría: es información humanamente procesada, pero sin dimensión trascendental, aquella que eleva a persona sobre las bestias. De allí que este conocimiento no implique necesariamente comunicación, "construcción de significados compartidos, intenciones primordiales de todo proceso educativo." Nunca el ser humano ha estado más comunicado, y sin embargo, paradoja de la posmodernidad, nunca el ser humano se ha sentido más solo.


Disyuntivas de la educación

¿La incorporación de las nuevas herramientas mejorará nuestra capacidad como educadores y la de nuestros alumnos para gestionar eficazmente la información? Seguramente sí. Pero ¿La capacidad de gestionar eficazmente la información nos transformará en seres humanos íntegros, con todos nuestras potencialidades y talentos plenamente desarrollados, con la sabiduría de aplicar este conocimiento para lograr un mundo mejor, más justo, más solidario, más honesto?

Hoy la humanidad enfrenta un reto comparable al momento en que abandonó las cavernas, hoy todos los pueblos de la Tierra están nuevamente a cero en la línea de partida del futuro: las posibles riquezas que aporta la sociedad del conocimiento son infinitas, inimaginables. Los nuevos mundos palpitan y se gestan silenciosamente entre los cliks de algún ratón. Seamos capaces de la grandeza y enfrentemos la historia sin dejar atrás esta oportunidad de situar a nuestra nación entre las pioneras de la nueva tierra de promisión.


Tornar Enrera